La Santísima Virgen de la Concha |
La primitiva imagen de Nuestra Señora de San Antolín sería
una talla románica de bulto redondo realizada en madera siguiendo el modelo
iconográfico de la Theotokos (Trono de Dios), representación plástica del dogma
de la maternidad divina de María. La evolución del tiempo configuró la talla
actual de la Virgen de la Concha como una imagen de vestir con las partes
visibles talladas y un amplio bastidor; el tronco se cubría con refuerzos y
cotillas que permitían lucir ricos vestidos, joyas y aderezos, piezas que
componen la presencia reconocible de la imagen.
El cambio desde la imagen románica a la actual bajo las
líneas de la devoción barroca no está claro, si bien existen unas pautas que
permiten comprender el proceso de transformación.
La intervención sobre la talla románica pudo tener su origen
en los daños sufridos durante los violentos incidentes sucedidos en la romería
a la Hiniesta de 1495, en la que la imagen resultó lanceada perdiendo una mano
y parte de la corona, lo que obligaría a restaurar la Virgen.
Niño Jesús |
A principios del siglo XVII existe constancia de que la
imagen románica era engalanada con tejidos y alhajas, costumbre que
cristalizaría en la adaptación de la escultura de bulto redondo en una imagen
de vestir. Este cambio pudo realizarse mediante sucesivas alteraciones de la
obra original que acabaron borrando todo rastro de la misma o por la
sustitución por una nueva imagen tras el deterioro de la primitiva.
La remozada presencia de la Virgen puede observarse en los
cuadros de San Antolín. La imagen de Nuestra Señora ganó altura, las manos se
unieron en actitud orante y el talle se ajustó para lucir sayas y jubones de
ricos tejidos. La imagen del Niño aparece exenta y reposando sobre los brazos
de la Virgen, recostada sobre su pecho (posición que parece heredera de la
antigua iconografía de la talla en la que el Niño ocuparía el centro de la
composición).
A lo largo del siglo XVIII varias intervenciones
configuraron la iconografía y alteraron la presencia de la Virgen: los brazos
se separaron y ambas manos arquearon sus dedos para sostener en la izquierda
unas flores y la cadena del Niño, mientras que la derecha permitía agarrar la
bandera y un pequeño pañuelo. Por su parte, el Niño abandonó el regazo para
situarse a los pies de la Madre.
Las intervenciones en la talla de la Virgen de la Concha no
acabaron con su transformación en imagen vestidera. Las restauraciones y
reparaciones han sido habituales en los siglos XIX y XX, siendo las manos la
pieza más delicada y de la que se tiene constancia de varias actuaciones.
La iconografía de la Virgen de la Concha:
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La iconografía de la Virgen de la Concha es el resultado de
un proceso de transformación e intervención que ha configurado una apariencia
única para permitir identificar cualquier representación de la patrona de
Zamora.
El proceso de cambio iconográfico culmina en el siglo XVIII,
cuando se consolidan los atributos propios de la Virgen de la Concha. La Virgen
luce corona real con resplandor y rostrillo, en atención a la realeza de María
y a la visión del libro del Apocalipsis; el ajuar de la Virgen responde a los
cánones del siglo XVIII y porta en las manos un pañuelo y un ramillete de
flores. Sin embargo, son tres intervenciones las que definitivamente marcan la
iconografía e incluso la advocación de Nuestra Señora: la bandera, la cadena y
la concha.
El patronazgo de Nuestra Señora de San Antolín sobre la
ciudad de Zamora conllevó que la imagen portara un asta con las armas de la
ciudad en su mano diestra. Se desconoce cuándo comenzó a lucir este elemento,
si bien se conservan noticias de varias banderas en tela y otros materiales. En
1757 el Ayuntamiento encarga la bandera de plata con los escudos de armas de la
ciudad, símbolo imperecedero de la devoción de Zamora a la Virgen de la Concha.
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Bandera de plata con las armas de la ciudad, 1757 |
Según la leyenda, un año en que hubo de suspenderse la
romería de la Hiniesta, el Niño de la Virgen de la Concha se escapó, siendo
hallado entre las espigas; una vez aparecido, fue sujeto por una cadena para
evitar que volviera a hacerlo. Fuese la desobediencia infantil o la
inestabilidad de su posición, lo cierto es que el Niño pasó a figurar de pie a
la izquierda de la Virgen, uniéndose ambas imágenes mediante una cadena de
plata que sostienen en sus manos.
El cambio principal, y que no solo alteró la iconografía de
la Virgen sino su misma advocación, fue la disposición en el centro de la saya
de una concha de plata. En 1773, Mateo Hernández Margarida donó una pequeña
concha de plata que la imagen lució hasta el siglo XIX.
La interpretación simbólica de la concha no es unánime. Una
primera hipótesis podría hacer referencia al carácter romero de la imagen,
incluso como herencia del antiguo titular de la cofradía, Santiago Apóstol.
Monseñor Boizas, gran devoto de la Virgen, defendía su vinculación a la pureza
inmaculada de la Virgen María porque la concha, aun en el fondo del mar, no se
mancha, sino que se conserva limpísima.
Textos y fotografías: Cofradía de Ntra. Sra. de San Antolín o de la Concha